miércoles, 11 de julio de 2012


PRESOS POLITICOS

Así estamos, de esta manera nos encontramos. Atrapados, encerrados. Aquellos que los votaron y quienes no los eligieron. Todos en la misma bolsa, discutiendo como unos ignorantes, mientras que desde los cielos estos malhechores hace treinta años que saborean el gran banquete argentino. Las víctimas somos siempre los mismos, los que laburamos. Y mientras tanto, nuestra vomitiva clase política nos sigue ridiculizando. Se ríen de nosotros. Nos muestran sus pálidos colmillos cada vez que las cámaras se encienden. Discuten, se revuelcan y se pelean en escenarios desérticos de ideas fértiles que alivien los problemas que nos sacuden día a día.

En Ciencias Políticas, me enseñaron que en los sistemas democráticos los presidentes electos trabajan en beneficio de la porción del electorado que los votó. Pero en este reino del revés, la revolución está en marcha y a esta altura ni se molestan en jugar para la mayoría de los que pusieron su boletita en la urna. Claro, este cambio de paradigma ya no beneficiaría a nadie, salvo a un puñado de ratas que rodean a la emperatriz de discurso fácil y contenido vacío. Lleno de cifras de dudosa procedencia. Bah, en realidad están proveídos por el INDEC, por lo que dudosa resulta ser su confiabilidad. Perdón, concederle la duda es un beneficio que no estoy dispuesto a brindarle a esa maraña de estadísticas que pintan a la Argentina como la Suiza latinoamericana.

El problema está en que, si bien convivimos con ellos en el mismo territorio, pareciera ser que los planetas son diferentes. Cuando en el año 2008 la crisis económica internacional agitaba los cimientos de este mundo, los “nacional-populares” se afanaban en afirmar que nuestro país no sufriría ningún coletazo del llamado “crack financiero”. Estábamos en una burbuja. Todavía el puercoespín no había arrojado sus dardos que la explotasen. Sin embargo, cuando una de las mentiras agotó sus recursos, se dieron cuenta que la globalización no es un mero vocablo que algún trasnochado acuñó alguna vez. Mil días más tarde, lo que sucede en un punto del mapa repercute en otro. Y crisis nacional explicada. Abracadabra, siguieron sacando filo al manual de las excusas.

Somos presos de nuestros políticos, sin lugar a dudas. Porque ya ni los que la votaron con el bolsillo, ese vicio bien argentino, pueden verse beneficiados. Ante cada bloqueo, barrera, prohibición que nos impone el gobierno, en mi cabeza aparece Francella y su inolvidable “A comerlaaaa…”. Y el problema es que ya no tenemos hambre. Aunque los pobres siguen teniendo el estómago vacío, en contraste a lo que indican las cifras oficiales de ensueño. Pero ellos se divierten asignándole colores a las divisas. No más viajes a al exterior muchachos. Ahora ustedes también la tienen adentro, diría el diez.

La banalización de la política es la característica de este último tramo del proceso. Cadenas nacionales por doquier, en las que la investidura presidencial intenta explicar la vida de los chanchos, los cuentos del abuelito amarrete y el inmobiliario desobediente. Son horas de discurso no leído y menos improvisado, que desnudan la carencia de sentido común de una mandataria que no reside en nuestra realidad. Nos hablan de lo terrenal y lo virtual, mientras nos quieren hacer creer que la inseguridad es una sensación.

Hace rato que estamos entre rejas, aunque podamos ver el sol. Los políticos de este país cuentan todas nuestras monedas. Una por una. Disfrutando de una impunidad que los hace sentir nuestros amos. La misma impunidad con la que los malvivientes quitan vidas.

No les importamos y sus habladurías corren para donde vaya el viento. El inútil de Scioli ahora no sabe gestionar. A buena hora se dieron cuenta, tras ocho años de ser su gobernador en Buenos Aires. Contradicciones que vienen y que van. Todas las denuncias en su momento perpetradas al ex vicepresidente Cobos. El sí que era un traidor, un golpista. Sin embrago, Mariotto es un honesto vice gobernador que resalta todo lo malo del títere Daniel. Son todas prácticas inmundas que tienen como finalidad saciar esa sed de poder absoluto. Mariotto, muñeco, mañana el profiláctico serás vos.

Diseñaron un esquema maquiavélico en el cual hay que encontrar un enemigo que les permita hacer frente para poder vencer. Fulminado Duhalde, los monigotes fueron Clarín, Macri, Cobos, etc. El nuevo ogro es Scioli. Y la consecuencia de la disputa por el poder es, por citar un caso, que los trabajadores de la provincia se queden sin cobrar lo que con su labor se han ganado. Pero a ellos no les importa. Y sí, así estamos. Presos de nuestros políticos.